viernes, 22 de julio de 2011

Capítulo 3:

Capítulo 3: Tandarmia


Erika sintió que todo se nublaba a su alrededor. Cerró los ojos con fuerza, aun notando todo girar a gran velocidad a su alrededor. Por fin, volvió a notar suelo firme bajo sus pies. Cuando abrió los ojos se encontró en un despacho circular.
-¡Uff!-dijo Arika-por fin en casa.
-Arika, hemos puesto dos camas más en tu habitación, esperamos que tu nueva compañera sea de tu gusto. Tu hermana te sigue enseguida.
Arika soltó un gritito y se fue de la habitación dando saltitos. Erika se quedo mirando al ventanal. El más grande que vería jamás se extendía ante ella. Ni siquiera el Amazonas. Cuando los humanos no lo estaban destrozando y manipulando, podía comparársele. La luz de la mañana incidió directamente en las gotas de rocío y creo pequeños arcoíris sobre cada arbol. Era precioso.
-Erika.
Ella se giró.
-Solo quería darte la bienvenida lo mejor posible. Por lo que se, en el otro mundo, te consideraban diferente. No les gustabas, ¿me equivoco?-la chica negó- podíamos decir que aquí todos son distintos a los demás. No te digo que intentes integrarte así, a la primera, pero tampoco pierdas la esperanza antes de intentar hacer amigas. ¿Te parece?
Erika asintió. Se sentía perdida y nerviosa, y esa mujer le daba confianza.
-Lo intentaré, señora.
-Ah, una última cosa. No me trates como si te fuese a comer. Me debes tratar con respeto, no con miedo. Ah, señorita Moonly, ya ha llegado, esta es Erika.
-Bienvenida, Erika.
La joven miró a la profesora. Tenía el pelo violeta y los ojos de un fuerte color rosa acuoso. Se notaba que no era teñido y que los ojos no eran lentillas. Hizo un gesto de mano y las maletas se elevaron. Erika las siguió con la mirada.
Entonces le atenazó una pregunta.
-¿Cómo es que les entiendo si yo nunca he estudiado su idioma? ¿Es más, como es que hablo este idioma?
Pero las profesoras, en vez de sorprenderse, como Erika supuso que harían, se rieron.
-Tienen sangre de dríade, es normal que lo hables con fluidez.
Luego la chica salió de la habitación, directa a su destino.

La mujer se movía muy rápido por los pasillos laberínticos del colegio. Agitaba las alas para darse velocidad al andar. Erika se preguntó si podría aprender a hacerlo ella. No, lo más seguro es que no. Pero ahora le atenazaban miedos mayores. Se oían ruidos de gritos y risas. Por fin, la profesora se paró en una puerta. Había un mensaje escrito en una especie de pergamino: “Si entras sin llamar, no esperes volver a salir”. Luego estaban los nombres de los integrantes de la habitación. Erika intento recordarlos, pero no le sonaba ni uno, y eran todas firmas.
Moonly llamó y esperó a que se oyese un ruidoso: “¡¡ADELANTE!!”.
-Dejaré que se presenten ellas.
Erika suspiró y cogió con las manos temblorosas el pomo de la puerta. La entreabrió con cuidado y el silencio se hizo con la gran habitación del colegio. Nueve pares de ojos se fijaron en Erika y contuvieron la respiración. Pero había dos que ya los conocía. Unos eran los de Arika y otros color verde… los de Jessica.
-¿¡LEO!?
La chica rubia se levantó y abrazó a Erika.
-Sorpresa-dijo.
-Pero Leo, tú…
-¿Leo? Que va, se llama Lillith-comentó una chica muy bajita de pelo negro –que yo sepa. Y yo soy Korah, pero llámame Sonrisas.
Una joven de pelo ondulado y castaño se levantó y se acercó a ella. Apartó a Korah con cuidado de su lado y le tendió la mano.
-Soy Siena, pero puedes llamarme Piedra Preciosa o Diamante, como gustes.
A su lado se colocó una chica de ojos castaños y pelo naranja,
-Soy Savannah, pero me llaman la Lectora. Y no te preocupes, siempre hacen cosas así estas dos-señaló con el pulgar a Siena y Korah, y la primera le guiñó un ojo. La otra aunque lo hubiese hecho, no lo hubiera visto, y que llevaba unas gafas negras opacas.
-Yo soy Lianna, pero llámame Ángel. Soy la prima de Siena-se parecían mucho, pero Liana tenía los ojos verdosos y el pelo cobrizo.-Y me llaman así por…
-Su intachable y perfecta reputación-acabó la frase una delicada y perfecta voz modulada perteneciente a la dríade más alta y rubia del grupo. Ojos azules oscuros y pelo lacio y brillante. Hizo gestos con las manos para que sus amigas se apartasen, y así lo hicieron.
-Soy Julietta, pero puedes llamarme Julie o Hilos de Oro.
-Bueno, yo soy Calhina, pero puedes llamarme la Baronesa.
Erika se dijo que intentaría recordar todos esos nombre, pero que el único que se le quedaba era de Julietta, porque el resto, aunque algunos sonaban humanos tenían una pronunciación distinta.
-Chicas, basta, la vais a atosigar. ¿No veis la cara que tiene la pobre?
Las chicas se abrieron en dos filas para dejar pasar a la chica que había hablado. Perfecta no era la palabra para describirla, era algo más. El pelo semiondulado caía sobre su espalda, tenía los ojos color celeste e iba vestida con un bonito traje azul y verde. Sus movimientos delicados parecían calculados al milímetro. Erika a miró con admiración mal disimulada. Era el sueño de cualquier persona.
-Yo soy Pandora, y me puedes llamar Lanzadora de Cuchillos-le ofreció la mano.
Lanzadora de Cuchillos. Hasta su apodo era misterioso y bonito. Pero sus la voz chillona de Arika le arrancó de sus pensamientos.
-¡Y ahora, trabajar, que tenemos mucha ropa de sacar!
Siena cogió la maleta más grande como si no pesase más que un folio. El resto de compañeras sujetaba de dos en dos las maletas y las metía en la habitación.
-Por cierto Princesa, creo que Lillith agradecería un vestido tuyo. La mía le queda bien de ancho, pero soy mucho más alta que ella.
-¡Marchando!-gritó internándose en el armario.
El armario tenía el tamaño de una habitación pequeña. Siena dejó la maleta en el suelo y se dispuso a abrirla. Pero no sabía cómo funcionaba una cremallera, y mucho menos un candado. Erika sonrió y le ayudó. Diamante tomó una nota mental para saber cómo hacerlo la próxima vez. Comenzaron a sacar la ropa de Erika de la maleta. Siena se mostró sorprendida de que la chica tuviese tantos pantalones y tan pocas faldas.
-Tienes una ropa muy rara, ¿sabes?
-Es lo que llevan la muchachas humanas, yo creo que le favorece-le excusó Lillith.
-Sí que le queda bien, sí.
Desmontaron el resto de las maletas. Las dríades se sorprendían con cosas como un lápiz o una goma de borrar. Erika optó por no dejarles electrónica. Luego dejó sus cosas de fotografía a un lado. Siempre le había apasionado la fotografía, además se le daba bien.
-Y ahora, ¿qué?
-¿Cómo qué “qué”? Vamos a conocer el colegio, ¿te hace? Ahora debe de estar saliendo de clase el resto del curso, que envidia les debemos de dar-dijo sonriendo maliciosamente Arika.
Lillith mostró su aprobación, poniéndose al lado de Erika, dispuesta a explicarle cualquier cosa que no entendiese. Erika le hizo entonces una pregunta cuando salían de la habitación.
-¿Por qué llaman a Arika la “Princesa”?
-Es su apodo.
Luego precedió a explicarle lo mejor que pudo acerca de los estereotipos humanos y dríades. Erika pensó que prefería no conocer su apodo todavía.
Si las habitaciones le habían parecido grandes, los jardines eran el paraíso. Cada flor, soplo de brisa, cada brizna de hierba, despertaba en cualquier persona una sensación de armonía y felicidad. Erika paseó maravillada su mirada por aquel Edén encerrado entre cuatro torres.
-Tengo que hacer una cosa-dijo Arika-.Ahora vuelvo.
Se fue corriendo. Un rato después, se acercaron a dos chicas apoyadas en un árbol.
Por lo menos a Erika le parecieron dos, porque entre las ramas del árbol, había otra sentada.
-Vaya, vaya, vaya. A quien tenemos aquí, a las segundas chicas más guapas del colegio, justo debajo de mi. Arika, corre el rumor de que desapareciste ayer antes de comer, te vieron los críos de 2º, pero no me lo creo, ya me conoces. ¿Qué pasó de verdad?
-No soy Arika, sino su hermana-Erika pensó que eso sonaba estúpido.
-¡JA! Ya, y Morgana de las Aguas Oscuras-saltó del árbol con fuerza y cayó entre sus dos amigas-en serio, desembucha.
-Pues sí, bonita, sí, es mi hermana, y ya te puedes ir acostumbrando.
La joven se sobresaltó y se dio la vuelta.
-No me lo creo… ¡era en serio! ¡Y ahora como vamos a vivir con dos Arikas!
Las chicas se rieron de la niña de pelo azul. Erika había estudiado su cabello con atención. No parecía teñido, de ninguna de las maneras. Entonces la chica puso sus ojos sobre la joven que la observaba. Luego traspasó su mirada ultramar a Lillith.
-Pues yo soy Oceanía, pero llamadme Cielo-.Erika y la chica se dieron la mano.
Luego se estrecharon las manos ella y Lillith.
-Y yo soy Darhi, pero puedes llamarme Sol-.Dijo la chica que poseía unos grandes y brillantes ojos amarillos tendiendo la mano a Erika. Erika iba estrecharle la mano, pero la de Oceanía le paró a la mitad.
-No le toques, da electricidad, como los rayos.
Erika hizo retroceder la mano. Miró a la chica y se le fue la sonrisa de la cara, al ver que había entristecido la expresión, pero recuperó rápido la alegría al ver que la nueva la miraba arrepentida y le guiñó un ojo amarillo.
Pero entre Darhi y ella se interpuso la otra joven, de pelo verdoso y ojos negros.
-Yo soy Destinity Hope, pero llámame Luz.
Se estrecharon las manos y se despidieron. Siguieron caminando por el colegio. A Erika le llamó la atención la variedad de alumnos que había, sin discriminar a ninguno. Los encontraba de todo tipo: piel clara, oscura, verdosa, pelo azul, verde amarillo, negro, altos, bajos, delgados, esbeltos…
Lo único que eran más o menos iguales eran los ojos que, aunque de distintos colores, eran todos grandes, aniñados, brillantes y muy expresivos.
Tras un rato caminando, se encontró con que un de un grupo de chico de grandes alas de colores, uno la miraba fijamente. Era pelirrojo, alto y delgado de ojos azules. Al menos pensó que la miraba a ella, porque entonces Pandora salió corriendo hacia el empujando delicadamente a Erika a un lado para hacerse paso. El chico cogió a Pandora en brazos y la hizo girar luego se quedaron quietos, mirándose uno al otro.
-Son…-le pregunto la humana a Korah.
-Desde hace tres meses, porque la Estación del Sol no la cuentan.
-Oh no…-Lianna miró a dos chicas, que eran perfectamente iguales, de ojos castaños, peinadas con trenzas de raíz rubias y con vestidos de colores que les daban un toque infantil. Tras ellas una joven de pelo rojizo semiondulado y ojos verdes. Acercaban a Pandora por detrás de puntillas, riéndose con la mano delante de la boca.
-¡¡¡AAAHHH!!!-gritó una de las gemelas dando un susto a Pandora.
El chico, que también se asustó, la dejó caer al suelo. Pandora se puso en pie, se puso a sacudirse el polvo del vestido y miró a las chicas. Las señaló con un dedo.
-¡Vosotras, pero de qué vais! ¡Ya tenéis 16 años, sois mayorcitas para tantas tonterías!
Una de las chicas rubias colocó un mechón de pelo tras la oreja de Pandora, qué la miraba con enfado.
-Tranqui hermanita, solo era una broma.
Pandora suspiró y miró hacia sus amigas. El grupo se acercó y Pandora dijo:
-Spre, Draira, Palmera, Palmira, estas son Lillith y Erika, son nuevas, Erika es la hermana de Arika, recién descubierta. Son gemelas, por si no lo habíais notado.
-Bienvenidas al club, yo soy Palmera y esta es Palmira.
-Al revés-le corrigió su hermana.
Le miraron con odio divertido. Se despidieron y se fueron riendo y volando. Spre se despidió de su novia y siguieron caminando. Erika disfrutó de la visita.

Por la noche…

Erika estaba en la cama, grande y cómoda, pensando sobre lo que haría. Veía al resto de sus compañeras durmiendo profundamente y con cara de tranquilidad. Ella se giró hacia la ventana. La Luna de allí era más grande y blanca, pero también tenía un ciclo. Hoy estaba decreciente, brillante y más hermosa que la terráquea.
La brisa nocturna entró por la ventana e hizo que su cabello jugase con el aire. Tras una última sonrisa de placidez, se rindió al mundo de los sueños.


A la mañana siguiente…

Lillith inspeccionaba de nuevo la habitación en busca de algo que las divirtiese.
Erika le había preguntado todo lo que se le ocurrió, pero se le acabaron las preguntas y ya no sabía que decirle. La joven estaba comenzando a hartarse cuando por la puerta entro la señorita Moonly.
-Erika, después de pensarlo mucho, hemos decidido darte clases particulares impartidas por mí hasta que tengas el nivel de tu edad. Lillith, tú… bueno, tú me ayudarás a darlas.
Ambas sonrieron se miraron y se rieron.
-Bueno, cuando quieras, empezamos.
Los días siguientes, crearon una rutina llena de sorpresas y descubrimientos. Cada día era una nueva aventura con el mundo que la joven estaba dispuesta a afrontar y vivir. Aprendió a volar impulsada por corrientes de aire, a hacer crecer plantas, mover el agua he utilizarla para protegerse, jugar con fuego sin quemarse, encender hogueras con tan solo mirarlas.
Lo mejor de todo, era lo bien que se lo pasaba con sus nuevas amigas, con todas y cada una de ellas. Se escandalizaron cuando Lillith y ella les dijeron que el ser diferente en el mundo humano, era malo, que tenías que parecerte a otras personas para encajar. Luego Pandora se rió y dijo que seguro que eran como bichitos tontos que iban todos en la misma dirección como idiotas. Todas secundaron sus carcajadas, a lo que Lillith dijo:
-Pandora, no podrías tener más razón.
Unos días después, a Lillith le llegó toda su ropa y demás desde Rezbane. Ilusionada abrió el gran paquete, pero pronto se dio cuenta de que nada le cabía. Erika, la cual había llegado a ser su mejor amiga, le dijo:
-Mira el lado bueno, podrás comprarte nueva que te guste más.
Lillith levanto un,vestido anaranjado y soltó un suspiro.
Ella, Erika y su hermana recibían un dinero semanal por orfandad de 25 Corones, la moneda de allí. Todas tenían ahorrada una buena cantidad, porque a Erika y Lillith se lo habían estado guardando mientras estaban en La Tierra.
-Bueno, tenía pensado ir a comprarme ropa igual. ¿Qué ciudad queda más cerca de aquí?
-Ipakaceba, es a la única que nos dejan a ir. De todas formas, creo que todas iremos a la ciudad-anunció Lianna con convicción.
-¿Por qué?-dijo en voz alta Erika.
Todas se giraron hacia ella y dijo su hermana:
-Por favor, un poco de culturita general, va a ser el baile de las Hojas Heladas, el primer día de Las estación de la Luna, y, hermanita, no pretenderás que vayamos en pijama. Es el primer año que nos está permitido ir, hay que causar buena impresión.
-Pues mira igual íbamos bien y todo-dijo Korah pensativa.
Al día siguiente, Calhina pidió plaza en cualquier carruaje que se dirigiese a la ciudad. Al día siguen, todas estaban metidas en el carruaje blanco tirado por anibas, animales con forma de avestruz, pero con muchos colores y con cola de pavo real. Erika había visto partir muchos desde su ventana y siempre le había apetecido mucho montar en uno. Dentro eran espaciosos, tenían grandes ventanas y asientos de terciopelo blanco. Dentro estaban ellas y unas 8 o 9 personas más, mayores que ellas. Los animales se pusieron en marcha en cuanto el cochero se lo ordenó. La chica medio humana fue consciente del ascendimiento del vehículo. Ilusionada, se limitó a pasar el rato hablando con Lillith. Hasta que vio la ciudad. Era infinitamente más hermosa que cualquier cuidad humana. Estaba sobre los árboles, cada edificio ocupaba uno o dos dependiendo del tamaño del árbol y el edificio.
-Es enorme-dijo Erika mirándola con los ojos brillantes.
-¿Enorme? ¡Pero si es enana! En la que vivo yo al Sur el triple que esta, y aún así es bastante pequeñita-le dijo Savannah sorprendida.
Erika nunca había salido del colegio, y para ella aquello era el lugar más maravilloso del mundo. Las calles eran bien grandes puentes hechos de lianas o ramas muy gruesas de gigantescos árboles y por ellas caminaban dríades adultas de aspecto joven o viejo. Era algo que jamás pasaría en el mundo de los humanos, pensó Erika, el ver a la gente caminado con placidez y tranquilidad sin prisas y sonrisas en la cara en una ciudad con su habitual clima de nervios y prisas que la gente llevaba consigo.
Bajaron y comenzaron a caminar.
-Y ahora, novata, prepárate, vas a flipar-dijo Pandora a Erika.
A partir de ahí, fueron de tienda en tienda, parándose a probarse ropa, a mirar complementos o simplemente descansar. Tras mucho tiempo de aquí para allá, Korah decidió que era momento de ponerse en marcha.
-Pues está muy claro donde tenemos que ir.
Todas asintieron ante la mirada de desconcierto de Lillith y Erika. Entraron en una tienda grande y espaciosa. En el mostrador, un dríades de mas o menos 30 años miraba unos pergaminos con un tallo de lirio en la mano.
-¡Erboro!
Levantó la cabeza, mostrando una mirada juvenil.
-¿Pero a quien tenemos aquí? ¡A mis chicas favoritas! Y con acompañantes. Presentádmelas por favor.
-Estas son Lillith y Erika, Erika hermana gemela de Arika, mira, son igualitas-Pandora les miró sonriente.
-Pues sí, hija si-pero se quedó callado de repente.
-No tiene porque las dos son medio humanas y Erika nació sin ellas-dijo Savannah haciendo gala de su Don para leer miradas.
Erboro sonrió ampliamente.
-Pues pasad, pasad, ya sabéis donde está todo, todo vuestro, avisadme para cualquier cosa-dijo haciéndoles pasar a otra sala.
Una de las características de la ropa dríade era que había muy poca ropa que viniese hecha, había que hacérsela una misma. Savannah era la que solía medir las telas, Arika las escogía, Lianna miraba los accesorios y Julietta lo juntaba todo, formando conjuntos asombrosos. Tras el turno de Siena, todas decidieron que le tocaba a Erika.
-No, si da igual, que pase otra delante, en serio.
Pero no tuvo apenas tiempo de hablar porque cundo se despistó la habían subido a la banquetita y Arika y Savannah enrollaban telas a su alrededor. Korah observaba con atención con Pandora los diseños que podían utilizar.
-Perfecta-dijo Savannah en voz alta.
Era una tela blanca, con bordados rojos en forma de florecitas pequeñas, que iban apareciendo desde la parte de abajo e iban desapareciendo hacia arriba. Tras pasarse media hora cosiendo, Savannah se secó el sudor de la frente y puso los brazos en jarras.
-Hala, ya puedes mirarte al espejo.
Erika bajó de la banqueta y se puso a caminar hacia el espejo. Se quedó alucinada con lo que vio. Savannah había hecho un buen trabajo. Un vestido de sisa ancha, con un cinturón en la cintura color rojo, hasta las rodillas y con volantes.
-Estás preciosa-le dijo Lillith.
Erika le sonrió y ambas se quedaron mirándose al espejo.

A la mañana siguiente, cuando Erika logró abrir los ojos, vio a Lianna en la cama, con un lazo verde en la mano.
-¿Qué?
-cuando termines de vestirte, póntelo al cuello.
-¿Por…?
-Para que los chicos sepan que aún no tienes pareja para el baile-le aclaró Korah.
-Ah, vale. A ver si adivino, Pandora lleva uno blanco por que ya tienes pareja y Korah uno azul porque…
-Lo voy a pedir yo, solo faltaba.

Por la tarde, Lillith, Julietta y Savannah ya tenían pareja. Siena, se retumbó en la hierba y se quedó pensativa.
-Me encantaría que me lo pidiese Ebro.
Ebro era el mejor amigo de Siena desde que tenían 8 años, se conocían bien y se tenían mucho cariño.
-Anda, mira quien viene por ahí-Pandora se refería al recién mencionado amigo.
-Bah, voy a decírselo.
-¿Quieres mi lazo?-le dijo Korah, pero ella ya estaba muy lejos para oírle.

-Oye, Ebro, quiero decirte una cosa-Siena le dio un toque en la espalda para llamar su atención.
-¿Qué pasa Sien?
Siena abrió la boca, pero los sonidos la abandonaron. Se quedó quieta, muda y temblorosa. ¿Dónde estaba su habitual autoestima? ¿Y su normal valentía ante los problemas? Sintió el estómago revuelto y los nervios a flor de piel.
-Era, no sé, somos amigos de siempre, por si te apetece ir al baile conmigo.
-Yo ya tengo pareja, voy a ir con Tábala.
Y a Siena se le fue el alma al suelo. El colegio entero conocía y comprendía el odio entre Tábala y Siena. Desde los insultos que había recibido la segunda por parte de la primera y las bromas que le había gastado, no tenía perdón, aquello era una eterna guerra.
-¿¿¡¡TU ESTÁS TONTO VERDAD!!??
-¿¡PERO QUE DICES!?
-¿¿¡¡NO PUEDES IR CON LA PERSONA QUE MÁS ODIO!!? ¿¡OS QUE NO LO ENTIENDES!?
-¡¡PUEDO IR CON QUIEN ME DE LA GANA!!
-¿¿¡¡ASÍ, TU CREES!!?? ¡¡COMO VAYAS CON ELLA, DEJO DE SER TU AMIGA!!
La gente que se había puesto a su alrededor se quedó callada y expectante.
-¡¡SIENA, ODIO QUE TE PONGAS POSESIVA!!
-¡¡¡POSESIVA YO!!! ¡¡¡¡¡YO!!!!! ¡POR LO MENOS YO NO SOY UNA IMBÉCIL TRAICIONAAMIGOS!
-¡MIRA, PASO DE TI!
Pandora se acercó a su amiga y la sujetó del brazo.
-Vamos Sien, esto no merece la pena.
Pero Siena sacudió en brazo para soltarse, aunque no tuvo el efecto esperado. Pandora perdió el equilibro y casi se cae al suelo, pero siena la sujetó. Se fueron juntas, aunque Siena se acercó a Ebro y le dijo:
-No esperes que te vuelva a hablar.
Luego se encerró en la habitación y nadie quiso entrar hasta que fuese su momento.

Esa noche entraron todas en la habitación cuando Siena ya tenía puesto en pijama y estaba sentada en una silla, ante un pergamino.
-Oye, Sien, ¿estás bien?
Siena giró la cabeza y les miró. Con los ojos completamente empapados en lágrimas.
-Tú le quieres ¿verdad?
Y la chica se deshizo en lágrimas. Hundió la cabeza en su hombro y lloró. Lloró sin saber que nadie podía entender su dolor como la persona que lo había provocado.

Al día siguiente por la tarde, todas tenían pareja menos Erika. La joven empezaba a pensar que iría sola al baile. Y la verdad, es que sola fue.

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