miércoles, 16 de marzo de 2011

Capitulo 1

Capitulo 1: Mundos Distintos


Era el duodécimo colegio al que iba. Y todo por ser un poco distinta a los demás. Era injusto. Erika se levanto de la cama sin ganas. Se dirigió al baño de su nueva habitación, en su nueva casa. Se ducho se lavo el pelo y se vistió. Aunque no le gustase admitirlo, era, como mucho, la chica más guapa que conocía. El tipo perfecto. El pelo perfecto. Los ojos oscuros y el pelo largo color miel. Se miro de nuevo aquellos profundos ojos castaños, como dos bosques en otoño. Esos dos soberbios robles que adornaban su cara. ¿Que podía hacer para que no se fijasen el ellos en su nuevo colegio? ¿Gafas de sol? No, eso queda friki total. Los cerró. Inspiro con fuerza, hasta hacerse daño. Soltó el aire de golpe, formando un vaho en el cristal que no dejaba ver su cara. Ojala fuese así. Sacudió su pelo ondulado para ponerlo delante de su cara. Así mejor. Se vistió. Busco algo con lo que no llamar la atención. Se puso unos vaqueros y un jersey de cuello alto amarillo, una blusa por encima y se puso como adorno un cinturón. Joe, estaba fliparte. Se maldijo por su belleza. ¿Por qué no podía ser una chica mas, de esas que tienen amigas y se cuentan los problemas? No sabía por qué se esforzaba por ser normal, cuando estaba claro que no lo era. Bah, qué más da, si ya iba a llamar la atención decidió ponerse en ello. Se puso un colgante grande y se hizo una coleta. Un aspecto muy hippy. Hala, se dijo, allá vamos. Salió de su cuarto y bajo a la cocina. Su tía preparaba unas tortitas que olían fabulosamente. Ella se sentó en la mesa de la cocina sin mirar a su tía Allyson.
-Buenos días Erika.
-Hola.
-¿Qué te apetece desayunar, cielo?
-No tengo hambre-decía la verdad.
-¿Estas nerviosa por tu primer día de instituto?
-¿Debería?
Ya era la 12ª vez que cambiaba de colegio desde que tenía 9 años. Ahora tenía 14 años y estaba convencida de sus rarezas. Desde los 8 años habían pasado cosas raras. Que la pista se encharcase, cuando no quería hacer gimnasia, en un día de sol. Que la profesora que tanto la odiaba se pusiese enferma cuando ella tenía examen y lo de hablar sola. No sabía a qué se debía y si debía considerarlo una rareza, pero lo hacía. Pero qué más da. Se paso una mano por el pelo. De lejos, el pelo de algunas personas parecía una masa uniforme y plástica. El de Erika de movía con el primer soplo de viento. Era brillante y de un color que mezclaba el rubio con el castaño. Se enredaba con facilidad, por lo que siempre llevaba una goma encima. Miro la fresa que su tía le tendía. La comió sin interés. Subió, se lavo los dientes y se despidió de su tía con la mochila al hombro. El paseo era corto y aun así le dio tiempo a pensar. ¿Cómo sería su nuevo colegio, y sus profesores, y los alumnos? En el último colegio se lo habían hecho pasar realmente mal. Unos niños le habían lanzado una piedra a la cabeza el cuarto día, la herida se infecto causándole una infección grave. Que curo a los dos días para asombro de los médicos. Los niños se cayeron a un charco de estiércol en la excursión del colegio y, para pesar de Erika, la expulsaron culpándola a ella. Había una valla, era imposible que hubiese sido ella. Suspiro. Vaya vida la suya. Recordó a su única amiga, Ángela, que la acusó de tirar a unas pijas pradera abajo. Ella-no-había-sido. Se enfado mucho con ella. La expulsaron, para alegría e Ángela. Bah, qué más da. Miro la puerta de su nuevo colegio. Verde, grande, cerrada. Paso por delante de ella, hasta la entrada de los alumnos. Espero que nadie se fijase en ella. Mal comienzo. Cuando entro se levanto viento que le enredo parte del pelo y el salio de entre unas nubes, iluminándole. Unos alumnos se giraron hacia ella y silbaron por lo bajo. Ella agacho la cabeza y ando rápido. Entro en el edificio. Por dentro era incluso más lúgubre si cabe. Gris, taquillas de metal, los techos demasiado bajos, dándola aire claustrofóbico. Se dispuso a buscar secretaria cuando unos chicos la pararon. Uno era rubio de ojos azules y otro castaño.
-Eres nueva ¿Verdad?
-Sí.
-¿Quieres que te echemos una mano? ¿Sabes cómo llegar a secretaria, o te llevamos?
Erika se quedo quieta, expectante. Si querían ayudarla, que se sacasen de su camino. Pero antes de que le diese tiempo a hablar, la cogieron por el brazo a la arrastraron a secretaria. Como despedida, dijeron:
-Adiós y, por cierto, me llamo Tommy.
La chica se quedo mirando cómo se iba. Vale, en su vida había visto cosas raras, pero esto se llevaba la palma. Abrió mucho los ojos y parpadeo. Vale, al menos no sería la única rara.

En otro mundo, tal vez en otra dimensión…

Arika dejo que la luz del sol le bañase y rozase su piel. Cerró los ojos, disfrutando del calor. Aspiro el frio aire matinal. Se dio la vuelta hacia donde dormían sus amigas. Salto del quicio de la ventana y puso los brazos en jarras. La luz anaranjada del amanecer le recortaba la silueta.
-¡¡Arriba dormilonas!! ¡¡Primer día de cole!!
Julietta le tiro una almohada. Las otras se limitaron a remolonear en la cama y decir “Mmmm…” Calhina se incorporo. Su pelo rubio se esparcía por toda la cara y se lo aparto de un manotazo.
-¿Se puede saber qué hora es Princesa?
-La de levantarse, Baronesa.
Calhina se dejo caer de nuevo entre las sabanas. Pandora se puso de pie y se desperezo. Estiro los brazos hacia las sabanas de Savannah y los encogió hacia su cuerpo, apartando las sabanas.
-¿Era eso necesario?
-Pues sí, Lectora, sí.
La joven se levanto, claramente aturdida. La Lanzadora de Cuchillos sonrió y dijo: “Eso está mejor”.
-Arriba Korah, que la ira de Princesa y Lanzadora de Cuchillos la sufrimos toda, en comuna.
-¿Esa palabra existe?
-Pues sí, porque lo digo yo.-Siena salto por toda la habitación cantando Anasha, una canción tradicional de las Dríades. Pandora movió las caderas rítmicamente al son de la música.
Unos momentos después, las 8 amigas palmeaban, saltaban, se arreglaban y hacían los típicos círculos con las manos. Korah lanzo a Arika su vestido nuevo. Pandora hacia volar el de Lianna por toda la habitación para secarlo mientras Lianna peinaba a Julietta y le espolvoreaba pigmento de oro para hacerlo brillar. Korah se metió en el baño. Y Siena se vestía detrás de un biombo. La ropa voló (literalmente) al armario que le pertenecía. Salio vestida con un vestido verde que revoloteaba a su alrededor.
-Buenooooo… ¿Preparadas?-pregunto Pandora.
-Estoy preparada para luchar con un demonio que se escape del Laberinto, estoy preparada para saltar por una ventana del colegio y no chocarme contra el suelo o para estar debajo del agua durante 18 horas, pero no para aguantar las clases de la Señorita Ametina un curso más.-Dijo con decisión la Baronesa.
Las risas fueron generales. Korah salió del baño y Julietta termino de arreglarse. Lianna se puso el vestido detrás del biombo. Pandora se atusaba el suyo y se meso el pelo. Siena se hizo la raya del ojo con un finísimo lápiz de lapislázuli. Arika se puso color en las mejillas y dejo caer corteza de canela sobre su pelo. Se marco la raya con un finísimo carboncillo.
-Bueno, espero que estéis preparadas porque…
-Este curso será igual que el anterior-recitaron las chicas la frase que Pandora les dedicaba todos los años.
Un rato después estaban todas preparadas en la puerta. Arika pensaba el sueño que había tenido. Un sueño en el que una chica como ella, tal vez misma, le ofrecía la mano y, con una amplia sonrisa ella la aceptaba, pero entonces, ella caía, y caía, y caía…


Vete tú a saber cuánto de lejos, eso ya lo habíamos aclarado…

Erika miro de nuevo su horario. Biología, tocaba biología en el aula 7. Pues vaya, haber donde estaba el aula 7. La atolondrada mujer le había dado unas explicaciones muy poco precisas. Erika suspiro resignada. A ver, a la derecha, a la izquierda… ¿Dónde estaba Tommy cuando lo necesitaba? Cerró los ojos y echo aire hacia fuera con fuerza. Sintió una corriente de aire, y supuso que estaba cerca de una ventana. Abrió los ojos y giro la cabeza. ¿Y que vio? El aula 7. Vale. Si es que era rara, eso no se lo negaba a nadie. Vaya, la puerta estaba abierta. Miro su reloj de muñeca. Era pronto, así que se armo de valor y entro en clase. Unas chicas que reían en una esquina se callaron un momento para mirarla. De pronto la gente se calló y la miro con atención. Un chico le silbo mirándola de arriba abajo. Ella, roja como nunca se sentó en una de las mesas de atrás. Bajo la cabeza y puso las manos a los lados de la cabeza. Casi sin querer levanto la mirada y se encontró con la de una chica de pelo negro, muy rizado, cara angulosa y labios rosas. Esos ojos que la evaluaban, para descubrir si era una posible amenaza y solo una más. Pareció decidirse por la 1ª opción, porque le lanzo una mirada más agria de una medicina para la tos.
-Hola-dijo una voz detrás de ella.
Miro hacia atrás con la mirada de aquella niña clavada en la espalda.
-Soy Jessica, pero puedes llamarme Leo.
-¿Leo?-dijo sin pensar, arrepintiéndose inmediatamente.
Pero la joven, en vez de molestarse, se rio cantarinamente.
-Leo, por mi signo del Zodiaco.
Leo/Jessica era delgadita de mas, el pelo rubio albino y los ojos verdes. Tenía la nariz respingona y los labios rojos. Llevaba puestas unas gafas de pasta azul que ocultaban unos preciosos ojos verdes brillantes.
-Es Cassandra y no te sientas mal si te mira así, se lo hace a todo quisqui.
La puerta se abrió y entro una niña de pelo recogido en 2 coletas. Salio corriendo hacia Jessica.
-¡¡Leo!! ¡Cuánto me alegro de verte!
-¡A.J.! Hola esta es… Espera, ¡¿si no me has dicho tu nombre?!
-Soy Erika, encantada.
-A.J. Espero que Leo no te haya aburrido mucho.
Ella soltó una risita avergonzada.
A.J. tenía constitución corpulenta y el pelo pelirrojo. Sus trabajados brazos y piernas dejaban ver que era deportista. Le revolvía el pelo a Jessica. Esta se zafo de su brazo con cuidado y habilidad.
-Bueno, que no tengo ganas de estar en clase hoy, así que, me aguanto y de tripas corazón, que me ha dicho mi madre que si suspendo una, me saca del equipo.
-¿¡COMO!? Si te sacan del equipo no tenemos nada que hacer.-dijo un chico moreno mas allá.
A.J. se encogió de hombro.
-A ver, todo el mundo tendrá que echar una mano este curso si no queremos que saquen a A.J. del equipo.-grito el niño.
-¿Quién va a sacar a A.J. del equipo?
-¿Que hace A.J.?-pregunto interesada Erika a Jessica.
-Está en el equipo de volley, desde que está en el equipo, no hemos perdido un partido, la vitrina de trofeos está a tope.
-Ah.
Un sonido estridente y, desde luego, horripilante, llevo a los alumnos a su sitio. El timbre.

Lejos, dejémoslo ahí…

Arika vio acercarse a la profesora y aviso al resto del curso. La señorita Valley era la profesora más estricta del colegio. Arika pensó que era una “suerte” que les hubiera tocado con Korah en su clase, que era el colmo de la locura, algo que aquella mujer no soportaba. Korah era bajita casi pigmea. Tenía el pelo largo hasta la cintura, negro como el azabache, ojos negros y gafas de cristal opaco porque veía a través de las cosas, y era muy incomodo ver a través del suelo. En su cara sobresalía una cicatriz de media luna color rosa que rodeaba con cuidado su grande y suave ojo. Su cuerpo pequeño en muchas proporciones constaba de delicadas y cuidadosamente cuidadas curvas. Su pelo, con un dulce tacto de terciopelo, era brillante y revoltoso. Demasiado fino para hacerle una coleta, lo llevaba suelto, tapándole la cara, enfadando más a la señorita Valley. El año pasado tuvo a todo el curso replantando el invernadero porque Korah lanzo una piedra al hijo del hombre de sanidad, que iba por ahí de prepotente. Piedra que, según todos, se merecía.
-Alumnas, alumnos y demás. Empezáis uno de los cursos más complicados de todos. 7º no será como los demás, ah no, en séptimo, se os exigirá mas disciplina-dijo airosamente la señorita Valley-para empezar-dijo con una maliciosa sonrisilla-vuestra encargada soy yo.
¿¡Como que!? Arika suspiro, bueno, da igual. La profesora hizo la revisión diaria. Solo mando a una niña a ponerse un jersey fino.
-Hoy, por ser el primer día, sabéis que lo tenéis libre para preparar vuestro horario, donde deben figurar Arte del Fuego, Arte del Agua y Arte del Aire. Debe constar de mínimo 5 horas de clase y máximo 7. Este año podéis apuntaros a 4 actividades extraescolares. Esto es todo.
En cuanto la profesora se fue todos suspiraron.
-Por favor, solo acaba de empezar el curso, y ya estoy harta de él.-gruño Lianna.
-Bueno, al menos este año hacemos nuestro horario.-suspiró Calhina.
-Mi horario perfecto no tendría horas de clase.
-El tuyo y el de todos Korah, el tuyo y el de todos.
El jardín central estaba lleno de dríades que escribían sus horas de clase en un pergamino con tallos de lirio. Arika debatía el del día de las Estrellas con Lianna cuando sintió un impulso y soltó el tallo de flor. Se quedo mirando al frente con la boca semiabierta, entonces su cabeza vibro un segundo y parpadeo. Lianna la miro pera ella se limito a recoger el lirio y decir que estaba bien. Lianna suspiro y miro su horario. Arika miro un sauce llorón más allá. Las ramas caían, como ella en su sueño.

Buf, me he cansado de aclararlo…

El día había pasado sin incidencias. Erika había hecho buenas migas con Jessica y A.J. La ansiada última hora había llegado y había una asignatura genial: gimnasia. Jessica le guiaba por los enredados caminos del colegio. El polideportivo era grande y tenía unas ventanas, de las cuales algunas estaban rotas, de plástico translucido. Era de color (¿a que no lo acertáis?) verde oscuro bastante feo. El interior era del mismo color y estaba mal iluminado. Incluso hacía más frio que fuera y estaba mucho más oscuro. Los vestuarios blancos estaban situados en la parte más lejana de la puerta. Durante todo el día, había estado con Jessica y A.J. En ellas, lo que llamaba la atención, era lo distintas que eran. Jessica era más tranquila e introvertida, mientras A.J. era activa y charlatana. Lo único que compartían, era lo que les gustaba estar fuera. Jessica nunca parecía estar cómoda dentro. Miraba hacia fuera y abría las ventanas de clase si se lo permitían. Se pusieron la ropa de gimnasia y salieron fuera. Cassandra dejo caer hacia un lado su oscurísimo pelo y se hizo una coleta. Más allá, unos chicos jugaban al baloncesto. Erika se quedo mirando a un chico en concreto.
-Es Tommy, el capitán del esquipo de baloncesto.
-Lo sé, le conocí esta mañana.
-No te hagas ilusiones-le susurro A.J.- está con Cassandra.
Erika iba a decirle que no tenía mayor interés en él cuando se oyó el ruido de la puerta. La profesora tenia mirada agria y pelo canoso. Era enjuta y tenía los brazos muy delgados. Llevaba un chándal de marca y tacones, sí tacones. Revisaba una lista de clase.
-Hola niños y niñas, bla bla bla bla bla, una nueva, que es…
A.J. le dio un codazo.
-Yo-dijo la chica del pelo miel.
La profesora se le quedo mirando, como si le evaluase con los ojos. Se acerco caminando despacio.
-Pareces debilucha, espero que las apariencias engañen.
“Tú tienes pinta de idiota, también espero que las apariencias engañen” pensó ella, molesta. Era campeona de atletismo y gimnasia acrobática y, desde luego, no era debilucha.
Una risita discreta sonó tras ella. Cassandra.
-10 vueltas, haber si no os habéis olvidado de correr.
Jessica se le acerco y le dijo que siempre hacia lo mismo. Se pusieron a correr. Menos mal que el pabellón era espacioso, sino tendrían que correr menos, se dijo sarcásticamente. Llevaba 2 vueltas de ventaja a los demás cuando la profesora grito:
-¡Nueva! ¡Ven aquí!
-Me llamo Erika-dijo jadeante.
-Me da igual, lo que me importa es lo mal que estabas corriendo.
¿¡Corriendo mal!? ¡¿Pero qué…?!
-Pero… Si yo…
-Sin escusas, pedazo de idiota…
Erika se quedo quieta y miro a la mujer de la que no conocía el nombre. Sintió un calor interior y dolor en las manos, un dolor profundo y punzante. Cerró los puños con ganas de dejar de sentirlo. Las cosas se precipitaron. Un extraña fuerza empujo a la profesora hacia atrás, haciéndole salir despedida había la pared de enfrente de la joven. El cuerpo de la mujer se golpeo y cayó al suelo. Los alumnos miraban a Erika, que estaba quieta, con expresión asustada. Por fin un chico salio corriendo hacia la profesora.
-¡A.J.! ¡Tú eres rápida, vete a avisar a un profesor!
La chica salió a toda velocidad. El mundo en rededor de Erika se convirtió en una mancha borrosa. Se llevo una mano al pecho, el corazón le dolía. Apoyada contra la pared empezó a respirar despacio. Dos niñas, Jessica una, se alertaron y fueron a verla.
La otra niña, una gordita, le ayudo a sentarse en un banco:
-¿Estás bien?
Respiraba con dificultad y tenía la tez palidísima.
-No, yo apostaría que no. Xana, mejor dejémosla respirar.
Pero ya era tarde. Los jóvenes se habían aproximado y la miraban con atención. Algunos con temor y otros con respeto. Como si ella fuese la causante de todo. Quién sabe, tal vez lo fuese.

Bla, bla, bla…

Arika siguió debatiendo con Lianna después de desayunar a las 11. Era una discusión de besugos, desde luego. La señorita Moonly paso por allí.
-¿Por qué discutís, chicas? Deberíais hacer vuestros horarios.
-Es que Lianna es la única que se quiere apuntar a “Rocas y Minerales”. Pero no quiere ir sola y claro… Es una clase tan aburrida con el señor Dabs y eso…
-Se ha retirado, esa clase ahora la doy yo.
Las niñas no tardaron un segundo en apuntarse, ante la sonrisa triunfante de Lianna. La señorita Moonly entendía a los alumnos mejor que nadie. Era tranquila y divertida y sus clases eran las más fáciles de seguir. Su pelo era malva y sus ojos de un precioso rosa oscuro brillante. Solía ir vestida de colores, y solo la habían visto una vez de negro. Ahora vestía un vestido azul y un pañuelo morado. Su pelo recogido con cintas de cuero caía sobre sus hombros en forma de trenza. Arika apuntaba el nombre. Habían pasado muchas horas, ya eran las 2:30. El sol se encontraba en lo más alto, coronando el cielo azulísimo. Su pelo miel caía por sus hombros cubriéndole la espalda. Tenían pensado ir a comer en un momento. El novio de Pandora, Spre, fue a buscarla un rato después de las dríades dieran el toque final a su horario. Siena fue a dar un paseo con Oceanía, a quien todas llamaban Cielo por el color de su pelo. Lianna y Julietta se adelantaron a las demás y las otras se quedaron con la señorita Moonly. Decidieron llevar los horarios de todas a secretaria, y de paso enterarse cuando les tocaba ir a remover pétalos de rosa para hacer tinta. Korah saltaba de un lado al otro agitando las alas. Calhina dirigió sus ojos verdes al ala del campo donde había animales. Le encantaban, podía transformarse en ellos y entenderlos. Su apodo venia de la condición de sus padres, que eran Barones en un poblado de las montañas. Su pelo era rubio dorado y sus ojos verdes como las hojas de los azmates. Era la más tranquila del grupo, pues no le gustaba hacer locuras como a Korah, o estupideces, como a Siena. Se fijo en Arika, que conversaba animadamente con la profesora. Era impresionante lo bien que se adaptaba. Se añadió a la conversación un rato después riendo con Arika. Esta se quedo quieta de repente, mirando al frente y cayo para atrás.
-¡ARIKA!
Los nervios las dominaron un segundo. La mujer sujeto a la niña y esta abrió los ojos. Korah llevaba en susto pintado en la cara.
-Estoy bien, de verdad, estoy bien. No, no es nada.
-Arika, dime ¿es la primera vez que esto pasa?
Ella miro a sus amigas en busca de apoyo, que sabían que no. Korah la miro muy seria y Calhina asintió.
-No, no es la primera vez.
-Vale, entendido. Bueno, ten cuidado, me voy.
Se dio la vuelta y se fue, dejando tras ella caras sorprendidas. Entregaron los horarios y fueron a comer. Ya se había caído 8 veces ese mes, eso era preocupante.



Erika subió las escaleras esquivando las preguntas de los alumnos y miradas de estos. Encontró un rellano vacio y se escondió tras una columna. Le dolía todo. Apoyo la espalda contra la columna. Intento pensar en frio. Aquello era una locura, nunca había hecho daño a nadie y ahora todos sospecharían de ella. Vale, vale. Había testigos que podrían decir que ella no le había tocado, pero aun así, ella sería la principal sospechosa. En ese preciso momento, pasaron unas personas por el rellano. Miro de nuevo y vio que continuaba llenándose de gente. Iba a rendirse cuando la vio. Más allá había una puerta pequeña. Oscura, color negro y tenía unas escalera, Los más curioso era que parecía que nadie la veía. La chica se quedo mirando. Los alumnos dejaron de pasar y ella salio. No sabía si podía entrar ahí. Para sacarla de dudas, se oyeron pasos. No lo pensó más, y entro en la escalera. Pudo oír a los niños pasando por el rellano. Estaba oscuro y polvoriento. Comenzó a subir las escaleras, apoyando las manos en las paredes para no resbalarse, pues eran demasiado estregas y cortas. Un par de veces aparto las manos porque tuvo la sensación de que algo se movía bajo ellas. Cuando llego a lo más alto, se quedo expectante y asombrada. Se encontraba en una habitación grande, que necesitaba una limpieza y tenía muchos objetos extraños. Había una lámpara de cristal de araña, vela, una mesa larga e incluso un piano blanco de cola. ¿Qué tipo de instituto era ese? Luego, mas allá, había un objeto cubierto por una sábana blanca que parecía ser lo único limpio. Se acerco temblorosa. ¿Qué escondería esa sábana? La sujeto con ambas manos y tiro con fuerza. EL tejido revoloteo alrededor de la figura de porcelana. Erika se quedo con la boca abierta. Hubiera esperado cualquier cosa menos eso. Era una escultura de una mujer con traje de ballet color verde y azul, quieta, con un brazo levantado y el otro delante de ella. La cabeza ligeramente ladeada y mirada herética e inexpresiva, los labios pintados con un pequeño corazón y estaba coronada con una coleta alta castaña oscura que la rodeaba dando aspecto de el cabello volase. Sus larguísimas piernas acaban en pies diminutos y estaban una estirada acabada en punta y la otra se extendía hacia atrás. La niña se acerco con nerviosismo. Recorrió con el dedo uno de los brazos y se dio cuenta de que su suposición era verdad, esta impoluta. Alguien la cuidaba.

(Bostezo) pues eso…

Arika se quedo sentada al borde de la ventana del segundo piso. No le daba miedo, era normal que los alumnos saltasen por ellas para coger velocidad al volar. Siena, a su lado, tenía los codos apoyados en el alfeizar y la cabeza apoyada en las manos. Miraban a un grupo de alumnos nuevos que guiados por un chico mayor descubrían el colegio. Al lado de Siena se coloco Pandora.
-¿Os acordáis cuando nosotras éramos las nuevas?
-Sí. Tan monas y ricas… Éramos unos angelitos.
-Tú nunca fuiste un angelito, Piedra Preciosa.
-Yo sí que era un angelito.-dijo Korah con voz inocente.
-¿Tu? ¿Un angelito? Ya, y yo una guerrera-.Respondió Lianna.
-Pero si yo soy la buenura personificada.
-Hija, tú tienes más peligro que besar una víbora.-se burlo cariñosamente Pandora.
-Yo tengo una víbora-se quejo Siena-y nunca me ha hecho nada cuando la beso.
-Tienes razón, ya que nunca he besado una víbora…-levanto el brazo, donde la muñeca se podían ver 2 pequeñas incisiones circulares cicatrizadas-no espera, si lo hice.-dijo reprochando.
-Perdiste la apuesta, era el trato.
-Me voy a dar un paseo.
Arika salto de la venta y abrió los brazos, sintiendo el viento revolviéndole el pelo, y entonces desapareció.
-Ohh… No me lo puedo creer.-Siena hecho a volar hacia abajo seguida por las demás.
Llegaron al suelo sin que pasase nada. Pandora se mordió el labio inferior. Desde luego, aquello no era normal. Se miraron entre ellas.
-Igual es una broma, y se ha hecho invisible y nos va a asustar-aventuro Julietta.
-Tenemos que avisar a un profesor.-dijo Savannah.
Y salieron corriendo, sin pensarlo un segundo más. Arika había caído.

Ahora pasara algo muy interesante.

Erika seguía mirando a la bailarina sin preocuparse por llegar tarde a clase para recoger sus cosas cuando escucho un estruendo que provenía de la parte más lejana de la sala. Seguido de un “Ay ay ay ay….” Y algo que no entendió, pero le sonó familiar. Se dirigió a donde había venia el ruido y se quedo de piedra. Era una chica. Llevaba un vestido hasta las rodillas color esmeralda y unas bailarinas con cintas del mismo color. El pelo miel caía hacia atrás. Era esbelta y, desde luego, muy guapa, los ojos grandes, redondos y ligeramente aniñados. Musitaba algo sin sentido y se sacudía la ropa. Sacudió la cabeza, haciendo revolotear su cabello. Entonces levanto la cabeza y vio a Erika. Ella se quedo quieta. Aquella niña, era igual que ella.

Arika miro a aquella niña que se le parecía tanto.
-Caray, que asco de sitio ¿eh?-dijo intentando ser amable.
Pero la chica frunció el ceño con expresión asustada y meneó casi imperceptiblemente la cabeza.
-Sí, estoy hablando contigo, no con la pared.-Puso los brazos en jarras.

Erika no entendía nada de lo que la joven decía. Pero le sonaba tan familiar…
-Perdona, pero no te entiendo.
Algo que le llamo mucho muchísimo la atención de la chica fue lo que adornaba su espalda: unas alas transparentes, con cierto tono rosado y pequeños nervios blancos curvados y espiralados.

Arika miro otra vez a la chica y tuvo una idea. Extendió los brazos e hizo un gesto de ven con los dedos. La otra retrocedió. Entonces la dríade se señalo y golpeo su mano con el puño y negó con la cabeza y la señalo.

“No me va a hacer daño” pensó. “Seguro”. Avanzo con cuidado y quedo enfrente de ella. Antes de decir nada, la chica le cogió las manos y cerró los ojos. Pronuncio algo que no entendió. Sintió una descarga eléctrica que la recorrió de arriba abajo. La niña le soltó las manos y dijo:
-Si no me entiendes ahora, ya no se qué hacer.
Le entendió perfectamente. ¿Qué era esa chica?
-Se que suena raro pero… ¿Qué eres?
La joven rio con una risa cantarina y pura.
-Soy una dríade, que sino.
¿Dríade? Si, había leído algo sobre ella, en mitología, claro. Entonces…
-Debo de estar soñando.-se pellizco.- ¡Au! Ay Dios mío ¡Esto es real!
-Tú debes de ser humana, tienes toda la pinta.
-Ya, pero, las dríades no existen… Entonces… Mu debo de estar volviendo loca. Si soy humana.-dijo llevándose las manos a la cabeza dándose cuenta de lo estúpido de la pregunta- Pero, si tú existes… Un momento, ¿Por qué eres igual que yo?
-Mira tú por dónde, es algo que me pregunto yo. ¿Seremos hermanas?
-Buenooooo… No… Yo no tengo padre así que no podemos preguntarles, a lo mejor los tuyos saben algo. Pero es imposible.
-Yo tampoco tengo padre-respondió con tono soñador.
-Esto… ¿Cómo te llamas?
-Arika, encantada. ¿Y tú?
-Erika, mira, nuestros nombres se parecen.
-Entonces eso solo demuestra la teoría de ser hermanas.
-Déjame pensar… Mi tía Allyson igual sabe algo.
-Vale, pues vamos.
-Ehhhh.-dijo extendiendo los brazos e impidiéndole el paso- Para el carro, casi mejor que nadie sabe que existes, no serian tan comprensivos, acabarías en un laboratorio.-acabo con un estremecimiento.-No quiero ni pensarlo.
-Bueno, al menos déjame salir, siempre quise ver el mundo humano-su voz detonaba ilusión.
-Es un aburrimiento de mundo, no te pierdes nada.
-Bah, vamos, que este sitio me da no sé yo lo que.
Al pasar por delante de la bailarina se queda mirando y frunció el ceño.
-Qué bonita. ¿Es tuya?
-No, solo la encontré.
Una vez en la escalera, Erika se dirigió a su acompañante. “Seguro que estoy hablando sola, estoy loca”.
-Cuando salgamos, escóndete. No sé, tras una columna o algo…
La niña saco una cinta de cuero de un bolsillo escondida y comenzó enrollarlo en el pelo, dando un aspecto de coleta. A la otra le pareció un trabajo largo y aburrido y rebusco en el bolsillo del vaquero. Saco una goma del pelo y se la tendió.
-Toma, con esto es más fácil.
Arika miro la goma asombrada.
-A ver, déjame a mí.
La dríade se saco la cinta y se dio la vuelta. Erika le hizo una coleta. Tenía el pelo muy largo y suave, como el suyo, hasta la cintura. Cuando termino, se dio la vuelta y se dio las gracias.
-Es útil, la cosita esa.
Erika rio sin querer. Nunca pensó que nadie se asombrase con una goma del pelo. Llegaron al rellano, ahora vacio, y volvió hablar, pero esta vez en voz baja.
-Puedes esconderte tras esa columna.
-No hará falta.
Y dijo algo en voz baja en aquel idioma tan extraño y desapareció ante Erika. Ella se asustó.
-Tranquila, sigo aquí, y no pongas esa cara, que parece que has visto un fantasma.
“Un fantasma no, pero una criatura mitológica igual sí”.
-Sígueme, que tengo que ir a por mis cosas.
-Voy a ver el mundo humano. Cuando se lo cuente a Pandora…
-¿Hay mas como tú?-susurró.
-Sí.
“Vaya día que llevo”

Tras la columna en la que había estado escondida Erika, estaba ahora otra persona. Se saco las gafas. Podía ver a la chica subir la escalera supuestamente sola. No la veía, pero percibía la presencia de otra persona a su la do. Las cosas se habían precipitado. Elevo la mano, hizo un gesto en el aire y desapareció.

¿Sorprendidas?

Pandora recorría los pasillos seguida de sus amigas. ¿Por qué nunca hay una profesora cuando la necesitas? Se pararon un momento delante del despacho de la Señorita Valley. De todos los profesores del colegio, tenia que ser ella. Llamaron a la puerta.
-Adelante.
Entraron precipitadamente, hablando todas a la vez y soltaron una lagrimita todas.
-¡BASTA! No habléis todas a la vez, que no tengo todo el día. A ver Julietta, que ocurre.
-Pues que Arika salto por la ventana, y luego caía, y luego ¡ZAS! Desapareció.
La mujer abrió mucho los ojos y se quedo quieta.
-Decidme, por favor, que me intentáis gasta una broma.
-Se lo juramos señorita Valley, no.-sollozo Savannah.
Tenía la expresión más asustada que las alumnas le habían visto y le verían jamás.
-No era este el momento, no están preparadas.
-¿Quién no está preparada? ¿Arika para morir?
-Vuestra amiga no ha muerto.
Se giraron y vieron a la directora junto con una niña de su edad. Era rubia de ojos verde pálido brillantes.
-Señorita Valley, nuestros temores se han visto cumplidos antes de lo previsto. Niñas, esta es Lillith, esperad fuera un momento-ordenó la directora.
Las dríades salieron y miraron a la niña nueva. Ella bajo la cabeza claramente avergonzada y musito:
-Hola.
-Hola, yo soy Savannah y estas son Pandora, Korah, Calhina, Julietta, Siena y Lianna.
-Lillith.
-¿Puedo preguntarte por qué venias con la directora? Los nuevos de nuestra edad suelen venir a primera hora a presentarse, además, no te ofendas, es raro que entras con estos años. ¿14, No?
-Vengo de una misión en el mundo humano. Me enviaron allí con 12 años, estudiaba en Rezbane.
-¿Rezbane? Pero entrar allí es complicado.
Se encogió de hombros.
-Seguro que eres súper poderosa. Estando en Rezbane…
Se sonrojo completamente. En el despacho se oyeron gritos.
-Vuestra amiga está bien, esta en el mundo humano.-dijo Lillith de sopetón dejando a las otras con la boca abierta.

Dejando atrás a las chicas…

Erika caminaba por la calle casi corriendo. Muchas veces se había parado a preguntarle a Arika si seguía ahí. Por fin llego a su casa. Lo que antes fue un paseo corto se le hizo eterno. Entro en la casa y Arika apareció a su lado de repente dándole un susto de muerte.
-Deja de hacer eso.
-¿Lo qué?
-Eso, darme sustos de infarto, por ejemplo.
-¿Infarto?
-Déjalo. ¡Tía Allyson! ¿Estás en casa?-grito la humana.
-Si cielo, ¿qué pasa? Me han llamado del colegio que…
Se quedo mirando a su sobrina y a la niña que tenia al lado.
-Hola-dijo esta alegremente.
Tía Allyson se sujeto al mueble del recibidor para no caerse.
-Por favor, dime que tú también la ves.
-Claro que la veo, pero, no es el momento, aun eres muy joven, tu madre me dijo que ella… No…
-¿De que no es el momento, que dijo mi madre, quien es ella, la conoces?-Erika dijo todo sin pensar, sorprendida por la reacción de su tía. Esperaba que se sorprendiese por las alas, no de su aparición. Además, sabía algo, y más le valía contárselo.
-Erika, tengo que decirte algo, no eres del todo humana y tienes una hermana.
A su lado, Arika salto de alegría.

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